Promesas al mar

No más falsas promesas. Las aguas negras, la contaminación y la destrucción de la fauna y la flora se han convertido en un martirio constante para la población de Puerto Colombia durante años. El tiempo pasa y seguimos viendo soluciones a medias y compromisos incumplidos. ¿Hasta cuándo?

Desde hace años, Puerto Colombia enfrenta desastres ambientales que devastan su ecosistema y afectan directamente a sus habitantes. En ocasiones anteriores hemos hablado de la destrucción masiva de manglares bajo el disfraz de “proyectos de repoblación”. Sin embargo, este es solo uno de los múltiples problemas: la falta de agua, el vertimiento de aguas negras al mar y la contaminación no solo generan malos olores, sino también enfermedades y un deterioro acelerado del medio ambiente.

Frente a esta situación, surgen preguntas inevitables: ¿Tiene la Gobernación un plan real para detener este daño? Y si existe, ¿se está cumpliendo? Veamos algunas de las contradicciones de las autoridades a lo largo de los años.

Incongruencias
En 2020, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), entidad responsable de conservar los recursos naturales del departamento, investigó denuncias por malos olores y material fecal en el mar. La respuesta fue que gran parte de la contaminación provenía del Río Magdalena, arrastrando residuos sólidos, metales pesados y aguas residuales de medio país.

Sin embargo, a la fecha, no hay mejoras visibles. Por el contrario, en el sector de la calle 5 con carrera 6, en Sabanilla (corregimiento de Salgar), se construye un edificio de ocho pisos que instala una tubería sanitaria para verter aguas residuales directamente al mar. Esta tubería cruza la vía y desemboca frente a predios con vista a la playa. Un daño ambiental evidente que también amenaza la salud pública.

Ciega, sordomuda
Parafraseando la canción de la artista barranquillera Shakira, así parecen actuar la Gobernación, la Alcaldía y las entidades que deberían proteger el medio ambiente porteño. La gobernadora promete inversiones y alcantarillado mientras destruye manglares; la CRA presenta “investigaciones” sin resultados tangibles; y la Alcaldía permite construcciones que vierten desechos al mar, ignorando que el ecosistema y la comunidad están al límite.

Entonces, cabe preguntarse: ¿podemos confiar en instituciones que dicen protegernos mientras se benefician económicamente de la destrucción? ¿Es posible creer en autoridades que aplican la ley solo cuando les conviene?

Con tantas incoherencias, la confianza se erosiona. Nos queda seguir denunciando y resistiendo, enfrentando un poder que se siente intocable y actúa como si pudiera hacer lo que quiera.