Nos están dejando sin techo

Cincuenta y siete familias porteñas luchan por su derecho, su esfuerzo y su propiedad, arrebatada de la manera más descarada por las élites del país, la región y la ciudad.

Puerto Colombia es un municipio que enamora por su mar, su tranquilidad y su espíritu acogedor. Algunos lo visitan como destino de vacaciones; otros, cautivados por su historia, cultura y gente, deciden quedarse para siempre. ¿Quién podría resistirse a sus atardeceres, sus playas y la calidez de su comunidad? Así lo hizo Alberto Bonfanti, fundador del Hotel Esperia, quien llegó a este puerto y lo convirtió en su hogar.

Al igual que él, muchas familias construyeron aquí su sueño junto al mar, contribuyendo al crecimiento urbanístico y cultural del municipio. Aprovechando este auge, llegaron empresas constructoras con promesas de materializar esos sueños. Algunas cumplieron; otras, tristemente, hicieron todo lo contrario.

Entre estas últimas está GRUPO ANDINO MARÍN VALENCIA CONSTRUCCIONES S.A. (Grama Construcciones), que aterrizó en Puerto Colombia vendiendo la idea de una “nueva ciudad frente al mar”, con club house, lagos, zonas húmedas, gimnasio, piscinas, salón social y una ubicación privilegiada cerca de la Ye de Los Chinos. La propuesta sedujo a 57 familias que invirtieron sus ahorros y su confianza, sin conocer el oscuro historial de la empresa.

Como ya había hecho en otras ciudades, Grama incumplió. El proyecto se convirtió en una pesadilla: casas a medio construir, pilotes abandonados, obras nunca iniciadas y solo 13 viviendas avanzadas gracias a que los propios compradores, con recursos adicionales, lograron un amparo policivo para ingresar y terminarlas.

Todo esto bajo la dirección de Fernando Marín Valencia, exembajador de Colombia en Venezuela y protagonista del escándalo del “Carrusel de la Contratación”, uno de los mayores casos de corrupción del país.

El resultado: familias que ven sus sueños hundirse en la corrupción y sus ahorros convertidos en elefantes blancos, mientras la empresa seguía exigiendo pagos. Una vez más, el poder político y económico se alía contra el pueblo, ignorando el sacrificio de quienes solo querían un hogar digno.